miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cuento de Navidad

Solo, en medio de la noche, con la oscuridad rodeando mi cuarto, y en esa fase del día donde los sueños se mezclan con la realidad, una madrugada de navidad, me sentí como si fuese el Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens, no porque como él se a un adicto al trabajo y usurero, sino porque también a mi, me vinieron a visitar los fantasmas.
Primero el de las navidades pasadas, que se dividen en dos partes, en los primeros años puramente infantiles, en los que supongo disfruté, como cualquier niño disfruta de las navidades, de la familia, de los regalos, de la música y de esa sensación de que todo el mundo es bueno, y en los años de adolescencia y juventud, donde los recuerdos no son tan bucólicos. Las navidades en casa comenzaban con la agria y estúpida discusión que comenzaba mi padre, sobre las excelencias de los vinos de mesa, es decir, agua con polvos químicos, sobre un ribera de duero o un rioja, y esa absurda discusión duraba hasta que mi padre daba cuenta de la susodicha botella, que por supuesto no dejaba pasar de largo. Al fin y al cabo, en mi casa no todos los días se bebía una buena botella de vino. Quizás peor que eso era la combinación de vino más familia, lo que hacia que saltasen chispas, y que yo estuviese deseando ya en el primer plato de la cena de nochebuena, que se acabasen estas malditas fiestas en las que se supone que todos tenemos que ser buenos. Esas largas, interminables cenas han hecho que, a día de hoy, siga deseando que pasen las navidades. Eso sin meterme en el absoluto mercantilismo en que se han convertido unas celebraciones en las que antaño solo era para el recogimiento espiritual y las reuniones familiares, pero eso es otro tema...
Después vino a visitarme el fantasma de las navidades presentes, en el que la cosas no han mejorado demasiado. Cierto es que la discusión del vino y las tensiones familiares han pasado a la historia, pero este año, la celebración ha sido igualmente dura, porque, si bien estaba entre los míos, mi madre y mis hermanos, la mitad de mi mente, de mi corazón y de mi ser estaba a unos doscientos kilómetros de mí, en tierras montañesas, y añoraba terriblemente estar a su lado, compartiendo o más bien, buscando junto a ella un sentimiento navideños que jamás he tenido.
Cercano ya a la fase de sueño, vino finalmente el fantasma de las navidades futuras, no sé que tan futuras serían, pero en ellas sí encontré paz, sí encontré amor, y sí encontré felicidad. Había familia, había música y colores, había regalos y por encima de todo había dos sonrisas, una la de ella, que iluminaba toda la sala. La otra sonrisa la pude ver al final de la habitación, sin distinguir claramente de quien era. Con una copa de cava en la mano me acerque para descubrir el dueño de esa gran sonrisa, y me sorprendí, al ver mi reflejo en el espejo....

Felices Navidades a Todos, y perdón, por el tiempo sin escribir...

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Tan solo cinco Palabras

Es curioso el poder de las palabras. A veces necesitamos un sin fin de ellas para poder definir el más simple de los sentimientos, otras veces miles de ellas para poder describir un paisaje, una situación, una sensación. Es tan complicado, necesitamos tantas y tantas palabras que hasta inventamos un refrán para consolarnos “Vale más una imagen que mil palabras”
Sin embargo a veces las personas te sorprenden con una capacidad de síntesis envidiable, capaz de resumir el sentimiento de la inmensa mayoría de nosotros, de todo un pueblo que pide a gritos libertad, libertad de expresión, de sentimiento, de respirar.
Esas personas son, en muchos casos, las que menos te esperas, porque, quien podría suponer lo sucedido con el Rey de España hace unos días?
Debo reconocer que no me siento especialmente monárquico, como tampoco me siento especialmente republicano. Reconozco la figura del Rey durante la transición y me imagino, o me quiero imaginar lo duro de renunciar a unos privilegios otorgados, para asegurar una estabilidad incierta en su principio y sólida después de tantos años. Sin embargo, reconozco que esta semana me he sentido orgulloso de nuestro Rey, porque ha conseguido, con tan solo cinco palabras, resumir lo que todos pensamos, que el impresentable de Chavez como todos los dictadores, no es más que un charlatán, falso, y miserable represor de masas, de todo un pueblo que clama libertad. Pero además es un mentiroso, y de los peores, de esos que miente a su propia gente en su propio beneficio, un ser capaz de aprovecharse de una incipiente democracia para perpetuarse en el poder, acallador de medios libres y censor de todo aquellos que alzaron su voz para denunciar la represión, la corrupción y la infamia de un gobierno manipulador de elecciones. Un animal mediático, que utiliza la televisión y la radio para denunciar la paja en ojo ajeno, cuando debería ver la viga en el propio calificando de diablos y malignos a personajes de su misma calaña, y alabando a dictadores como él, que, para más INRI habia calificado anteriormente de dicatores. Pero eso, claro, era cuando necesitaba ganar unas elecciones, cuando necesitaba hacer comulgar con ruedas de molino a un pueblo hastiado del anterior gobierno, y que puso en semejante individuo sus esperanzas, que se las acabo llevando el viento.
Por eso, me permito desde aquí ovacionar al Rey, y me uno a él entonando esas cinco palabras que todos deberiamos gritar a los cuatro vientos, hasta conseguir que tan necia persona sea capaz de escucharlas
Chavez, Pero porque no te callas!!!!

jueves, 8 de noviembre de 2007

Alma de Bolero

Varias regañinas he recibido en los últimos días por tener abandonado este blog, varias veces he intentado escribir un post, y otras tantas, he enviado a la basura lo ya escrito.
Y es que hace varios días, algo más de dos semanas tal vez, que apenas puedo concentrarme, apenas puedo prestar atención a las cosas que me rodean, y quizás, si no me concentrara, apenas si podría respirar.
Y no me puedo concentrar, por la sencilla razón de estar enamorado; así, casi de repente, casi cuando había perdido esperanza de volver a sentir sensaciones ya olvidadas, cuando solo mis estudios y mi profesión parecían lo único importante en mi vida, cuando parecía que tenía mi vida ordenada, dentro de lo razonable, en ese momento, de improviso, Ella, Ana, entro en mi vida, con su sonrisa por bandera, y su encantadora, hechizante timidez que te conquista a primera vista.
Y vino para llenarme el alma y la mente de sueños, de esperanzas, de pasión, y de maravillosa locura, locura adolescente que recorre las venas llenado todo el cuerpo de calidez.
Y es que el amor es calido como una buena canción de amor, quizás como un bolero, para mi gusto el tipo de música que mejor ha reflejado jamás este maravilloso sentimiento.
Pero además vino a iluminar mi cara con una, porque no decirlo, un tanto estúpida sonrisa con la que me despierto, me ducho, voy a clase, cocino, estudio y hago ejercicio, y esa sonrisa se amplia, más si cabe, con cada llamada o mensaje, con cada hora que se acerca a la hora de poder charlar con ella tranquilamente. Y sobre todo, con cada día que pasa para volver a verla, un poco más de ilusión, un poco más de amor y un poco mas de vida me invade.
Dice la canción que la vida te da sorpresas, y de vez en cuando, estas sorpresas son maravillosas, así que una vez más la vida me ha sorprendido, gratamente esta vez, poniéndome el alma de bolero.
Por eso os pido, a aquellos que me habéis regañado, os pido un poco de paciencia y que comprendáis que llevo intentando varios días poder poner en palabras lo que siento, lo que siento por ella, y buscando, con poca fortuna, como se podrá comprobar, palabras suficientemente hermosas para describir a la culpable de mis sonrisas, de mis sueños e ilusiones, y la responsable de que vuelva a sentirme vivo de verdad.

Para ti mi amor, porque si no encuentro las palabras adecuadas, las
inventaremos…

lunes, 29 de octubre de 2007

Sentirse desconocido

¿Abuelo, has visto ya la capilla para hacer las fiestas?
Con esta frase, aparentemente incongruente para cualquier oyente, comenzó mi enésimo evento de AEGEE, el Network Meeting.
Todo sucedió en Solórzano, organizado por AEGEE Santander, nueva en estas lides, pero que demostró una tremenda profesionalidad en la organización, y niveles épicos de locura, al proponer transformar una capilla en un karaoke discotequero. Con una propuesta como esa, desde luego el éxito de la fiesta estaba asegurado, a pesar de que se te cruce un conserje con ganas de dormir y bastante mala leche, a pesar de la gélida noche cantabra.
Debo reconocer que me sentía extraño, al no conocer a la mayoría de los 70 que alli nos reunimos para trabajar, conferenciar, y por supuesto, festejar
Sentirse desconocido, o más bien poco conocido, en un evento como el otrora llamado Regional Meeting, y actualmente denominado, no se sabe bien porqué Network Meeting es una sensación que, por un lado es dolorosa en el ego, porque no en balde llevo ya no pocos años dando mucho por AEGEE, pero también, y sobre todo, esperanzadora.
Esperanzadora por ver nacer nuevas sedes, esperanzadora, por ver surgir ideas de nuevos eventos, esperanzadora por ver evolucionar una región de Europa con nuevos contactos, que estoy seguro será nuevas sedes en poco tiempo.
Es muy ilusionante ver nacer amistades y relaciones, es ilusionante ver crecer los lazos entre sedes, es ilusionante crear nuevos viejos grupos, como el “Viejas Glorias WG” que nos constituimos en el bar de Solórzano, y al cual ya aspiran llegar algunos, ilusionante ver que, no contentos con crear sedes en reales, intentamos crear ficticias y decidimos crear AEGEE Ovión, solo para encontrar una excusa y reunirnos Oviedo y León y entregarnos una bandera que compartiremos.
Es emocionante ver las nuevas metódicas en las charlas, descubrir como explicar a la gente que no somos una secta gracias al Gran Maestre Juan o como poner en palabras lo que tantas veces viví en estos 8 años y que es cómo sobrevivir en AEGEE sin saber ingles, obra del genial maestro Oscar.
Es emocionante ver la firma de la convención de adhesión de una nueva antenna, quizás no tan impresionante como verla en un Agora, pero infinitamente más emotiva, incluso para una persona como yo que, a priori, era totalmente opuesto a esta innovación, pero cómo no emocionarse al oír el improvisado discurso de Sara, con la voz tomada por la emoción y lagrimas asomando en los ojos, agradeciendo a tanta gente que le apoyaron en este largo camino. También a mi se me saltaron las lagrimas, aunque poco o nada tuve que ver en ese camino.
Por eso, desde aquí quiero dar las gracias a los chicos de Alicante, Brescia, Castelló, Coruña, Kaiserlaurten, León, Madrid, Oviedo, Oxford, Porto, Valencia, y Zaragoza, a la Netcom, a Anna del CD y muy especialmente a Sara, por darme un poquito más de vida y por recordarme, una vez más porqué merece la pena seguir aquí, y porque continuare al pie del cañón,… hasta que se haga un Agora en Oviedo!!!!

viernes, 31 de agosto de 2007

Ninfómanas y Otros Seres Mitológicos

En esta época está claro que tambien mi imaginación se ha ido de vacaciones, así que llevo unos días revisando viejos relatos, antiguos proyectos de novelas, y me he dado cuenta de el cambio de estilo sufrido con los años, y que por supuesto no seguirian la linea de "Las Batallas del Abuelo"
Sin embargo, una amiga me animó a publicarlo, para demostrar que yo también tenia una vena callejera. Asi que hoy quiero publicar este boceto de novela cuyo título, "Ninfómanas y otros seres mitológicos" es un homenaje a todos aquellos que, como yo, eramos incapaces de ligar con una chica, y esperábamos desesperadamente que apareciese una ninfómana que, por supuesto, jamas apareció.
Es posible que algunos considereis este relato como políticamente incorrecto y, en ocasiones, záfio. A esas personas, pido perdón de antemano, pero este relato meceria ser publicado, como homejane a una juventud cada vez más lejana
Un hombre joven y bien parecido entra en un bar. En su modo de caminar se nota que es una persona con un gran poder de decisión, con un absoluto dominio de su vida. Levanta la mirada y como si de una nave espacial se tratase, saca una invisible antena parabólica a modo de radar. Con un leve vistazo localiza su blanco. Mujer joven, entre 25 y 30 años, cabellera larga y sedosa, rubia, mirada felina, medidas esculturales.
El joven se acerca a la barra del bar con asombrosa rapidez, puesto que, aunque el bar esta abarrotado de gente, la sola presencia de un hombre asi, hace abrir un pasillo entre el gentío. Todas las miradas se posan en él, con envidia y rencor las de ellos (al fin y al cabo es un depredador insaciable en una jungla de mujeres) y con admiración y arrebatadora pasión las de ellas ( la ley de la jungla, señores. Hay que escoger los mejores genes).
La camarera, una impresionante morena con un escote vertiginoso y una minifalda que deja poco espacio a la imaginación, salta por encima del camarero guaperas con camiseta transparente ajustada a sus pectorales, y acude rauda a ponerle una copa.
Se atusa un poco la melena, que después de la frenética carrera de lado a lado de la barra, había quedado un poco desordenada.
- ¿Te pongo algo? - Le pregunta con una ardiente voz que intenta incitar al joven a arrancarle a mordiscos la ropa.
- Me pones mucho, corazón, pero antes de hacerte nada quisiera tomar una copa.
- ¿Y que va a ser?
- La copa, un cubalibre de Barceló, con mucho hielo y sin limón. De lo otro, ya hablaremos, aunque la pregunta sería más bien cuantos van a ser- respondió él mostrando una picara sonrisa, ayudada por un destello que la luz hizo saltar de su dentadura tipo "Profident".
Con un visible temblor en las manos, ella le pone la copa; el le da un largo trago, mientras la camarera sigue con admiración, el casi hipnótico movimiento de su nuez deslizándose arriba y abajo por su bronceado cuello.
- ¿Que te doy?
- Unas terribles ganas de saltar la barra, arrinconarte contra el rincón más oscuro del bar, y empezar a hacerte un traje de saliva.
- Eso suena muy bien. Cuando acabes de trabajar hablamos del tema, pero de momento cóbrate la copa, y quédate con el cambio- Respondió él mientras deslizaba un billete de 20 Euros en la barra.
Bien jugado, pensó él, siempre hay que establecer un objetivo principal y varios secundarios, por si acaso.

Comenzó a menearse al ritmo del merengue que el discjokey, que parecía prevaricar para que todo fuese perfecto, como si le hiciese falta a él, el rey del merengue, el Dios de los ritmos latinos que permiten arrimar cacho.
Balanceando la cadera como un cantante de moda fue acercándose a la rubia, la cual estaba ya sola, puesto que sus inseparables amigas habían discretamente dejado paso franco para que la sacasen a bailar, y sin mediar palabra le pasó una mano por la cintura, mientras que con la otra le tomo la mano, y comenzó a darle vueltas al ritmo de la música. Al cabo de 15 o 20 giros de esos que hace que los no iniciados teman seriamente que tendrán que llamar a los bomberos para deshacer semejante nudo, estaba claro que ambos querían lo mismo. A la salida de una vuelta especialmente complicada, acabaron bailando con una pierna entre las del otro y moviendo cadera, cintura y pecho a un ritmo que más se asemejaba a un polvo, que a un "inocente" baile.
Acabo la música, y el discjokey continuó poniendo ritmos latinos, pero ya no hacia falta. Al acabar el merengue, la tomo por el cuello y comenzando desde sus hombros (gracias a la camiseta con escote "palabra de honor") hasta su cuello, la fue besando con unos besos húmedos, calientes. Al llegar a su boca, metió su lengua en la de ella, mientras sentía como las rodillas de la rubia comenzaban a temblar. Estaba claro, ya era suya, ya podía hacer lo que quisiera.
Solo era cuestión de acabarse tranquilamente la copa, coger el coche e ir a su piso de soltero. Esta noche, tampoco dormiría solo. Una vez más había triunfado, aunque no era algo que le extrañara, al fin y al cabo, siempre triunfaba.
Quizás lo mejor de todo no fuese el hecho de triunfar en si, sino el comentar la jugada con sus amigos. La dulzura de la cara de ella, su figura, sus medidas casi perfectas, y lo absolutamente insaciable que era en la cama, una autentica diosa del sexo. Menos mal que el tampoco era manco y había estando dándole caña toda la noche y gran parte de la mañana, hasta que al final ella decidió rendirse.
Era maravilloso poder relatar, al calor de un café en la cafetería cercana a la oficina donde todos los días desayunaban, las distintas posturas en las que había follado, y observar la cara de admiración y nada sana envidia con la que sus amigos menos afortunados ponían. Ese en realidad era el verdadero placer, o por lo menos, un placer añadido

Este podría muy bien ser el principio de una película de esas que ponen las cadenas de televisión por la noche, o con algunos matices incluso el de una película pornográfica. También pudiera ser un sueño de esos que todos los hombres tenemos y que hacen que por la mañana decidas espera un poco más de lo normal para salir de la cama, no vaya a ser que tu algunos de tus familiares o compañeros del piso piensen que estas más contento de lo normal, o lo que es peor, que realmente te excite sobremanera el ir al trabajo o la facultad.
Pero la realidad dista mucho de ser algo remotamente parecido a esto, aunque nos quieran vender lo contrario.
En la realidad, nadie miraría al chico al entrar, no habría manera de llegar a la barra, le atendería un camarero gay que además le guiñaría un ojo, y la rubia estaría rodeada de un sin fin de líneas de defensa en forma de esas arpías a las que llama sus queridas amigas. Por supuesto un pato mareado como él no sabría distinguir un merengue de una cumbia, y seguramente ni tan siquiera de un rock&roll, y muchísimo menos bailarlo. El precio de "El ron más barato que tengas con cocacola" le haría dudar toda la noche si podría permitirse el lujo de tomar otro y además compra tabaco, o si por el contrario la siguiente copa seria una maldita cerveza y un paquete de ducados. Lo que estaba claro es que ya no podría tomar un taxi, de nuevo le tocaba patear hasta su casa, mientras meditaba el porqué todas las tías buenas estaban en los bares de moda más caros, o en las discotecas donde encima entraban gratis, mientras que los tíos pagaban. Perra vida.

Y es que nos comen la cabeza desde la más tierna infancia, bueno, en realidad desde la más tierna adolescencia, que es donde nos fijamos en que las tías empiezan a entrarnos por los ojos gracias a las benditas hormonas. Benditas porque hace que nos fijemos en ellas y benditas porque hacen aparecer cosas en las que nos podamos fijar.
Es en ese momento y hasta bien entrada la senectud, donde estamos rodeados de un cuento de hadas que nos hace pensar que esto de conocer a alguna mujer, conquistarla y llevársela a la cama no solo es una cosa extremadamente sencilla sino que además ellas lo están deseando quizás más que nosotros, y si no eres capaz de conseguirlo solo hay dos razones; O eres gilipollas o eres gay. Si eres gay, no hay problema, porque siempre quedan hombres, al fin y al cabo hay más hombre que mujeres en el mundo. El problema, el verdadero problema es si eres gilipollas, porque ningún amigo tuyo te creerá jamás. Todos te dirán lo mismo. ERES GILIPOLLAS.
Si les dices que eres una persona sensible, te dirán que eso son gilipolleces, que lo que pasa es que estas acojonado. Si dices que está en contacto con tu lado femenino, te dirán que eso son chorradas que se han inventado los que son gilipollas o gays y te preguntaran cual de los dos tipos eres.
si les dices que consideras a las mujeres como personas y no como meros objetos sexuales, te dirán que a ellos no les engañas y lo que quieres es follar como todos y si dices que quizás eres demasiado tímido o que la belleza te impresiona demasiado se te quedaran mirando y pensando habrás sufrido algún trama en la infancia que te impide ser un macho completo.
Pero en fin, así son los amigos. personas maravillosas que te quieren, te respetan y que saben perfectamente que es lo que tu tienes que hacer con tu vida; es mas, te tienen tanto aprecio que están dispuestos a ponerte a parir delante de cualquier persona, con tal de hacerte reaccionar, eso si, de acuerdo siempre a lo que él piensa.

Sin embargo algo de todo esto queda en el subconsciente y después de un fracaso sentimental, seguido por varias semanas de profundas comeduras de tarro, te empiezas a plantear hasta que punto tus amigos tenían razón. Es en ese momento cuando recurres a tu más vieja amiga, a esa que siempre te ha dicho las verdades a la cara, a la que te ha acompañado desde tu más tierna infancia y la que jamás te ha fallado. LA TELEVISIÓN

Siempre esta ahí, cuando y donde quieras. La llaman "la caja tonta" pero tu has aprendido mas de ella que de cualquiera tus profesores. Con ella aprendiste a contar, a diferenciar entre cerca y lejos, has conocido África a través de ella, y te ha aportado toda la información sexual que tus padres jamás te dieron.
Sin embargo, llega el día en que te das cuenta de que esa amiga fiel, no es más que una estúpida caja que te ha estado engañando durante toda la vida.
Pero esto solo es después de comprobar que todos los consejos, todos los mensajes subliminales que tu vieja amiga te dispara por los ojos, no se parecen ni remotamente a la cruda realidad, al menos de una ciudad de provincias. No digo que algo de ello sea valido digamos por ejemplo en California, pero no en ninguna de las ciudades que conozco.

Analicemos un poco los vehículos de estos bulos que nos vende la televisión:

La publicidad: son muchos y variados los anuncios en televisión, pero en la mayoría de ellos, vendan el producto que vendan, nos encontramos con unos arquetipos bien diferenciados. ELLA, monísima, trabajadora sofisticada y totalmente dispuesta a concebir, criar y educar a tus hijos, eso si, disfrutando antes de unos cuantos años de sano y salvaje sexo seguro. A EL le podríamos definir como el prototipo de hombre español medio, es decir, metro noventa por metro noventa, descomunales pectorales, tipo de Dios de la mitología griega, tupida cabellera y ni un gramo de grasa, de esos para los cuales la palabra michelín es solo la marca de los neumáticos con los que calza su deportivo rojo pasión. Es por ejemplo el anuncio de una conocida marca de bebidas refrescantes, y mas concretamente, la Light.
¡¡¡Por amor de Dios, quien se va a creer eso!!! ¡¡Ese tipo de hombre no existe!!. ¡Al menos es España. Tal vez en California!.
Sin embargo siempre uno piensa que con un cuerpo así las mujeres se te tirarían directamente a la bragueta antes de preguntar tu nombre, y como al fin y al cabo es lo que estas buscando (desesperadamente en la mayoría de los casos) empiezas a plantearte la idea de meterte en un gimnasio. y digo bien, solo a plantearte, porque no tomas jamás una decisión en firme hasta que lo hayas consultado al menos con tus amigos más íntimos.

TU - Estaba pensado meterme en un gimnasio- (atragantar de copas y cachondeos varios)
AMIGO 1- ¿Pero para qué, tan desesperado estas?
TU - joder que no, lo que pasa es que hace tiempo que no hago deporte...
AMIGO 2- y de follar ni hablamos!
TU- Vete a la mierda, no estoy hablando de eso. Me apetece empezar a hacer algo de deporte.
2- Por mi como si te los depilas con pinzas
1- Pues a mi no me parece mala idea, porque en los gimnasios siempre hay unas tías buenísimas con unas malla ajustadas, y seguro que a alguna le puedes entrar a saco
2- Si y también esta lleno de maricones que te pueden entrar a saco a ti.
TU- Bueno, no será para tanto
2- Tu fíate y no corras.
Es así como, después de poner una velita a Dios y otra al diablo, te plantas en el gimnasio de moda de la ciudad dispuesto a dejar atrás las la nicotina el alcohol, esa panza a la que ya le estabas empezando a tomar cariño, y sobre todo la abstinencia sexual. Una vez allí, tienes que hacer verdaderos esfuerzos para poner cara de poker, siguiendo el pensamiento ese que dice que es mejor callar la boca y parecer estúpido que abrir la boca y confirmar las sospechas.
El primer shock, por supuesto el precio. Quizás no es que sea demasiado caro, pero solo al pensar las agujetas que vas a tener durante las primeras semanas, te hace recordar los cólicos nefríticos que periódicamente sufre tu padre cuando tiene que pagar la hipoteca del piso. Ahora empiezas a comprenderle.
En el interior todo es muy bonito, con calidos suelos de madera, hilo musical de fondo, videos de la MTV en unas televisiones y la retransmisión un partido de fútbol australiano que dan en Eurosport . Fantástico, la primera impresión es estupenda. Después de mirar arriba y abajo, es cuando fijas tu vista a media altura y observas a miles de aparatos de aspecto amenazador, y que prometen no solo un duro sufrimiento mientras realizas los ejercicios, sino además, destierra toda esperanza de dejar de tener agujetas alguna vez en tu vida.
Pero los sustos no han hecho más que empezar. En ese momento se presenta ante ti el que sin duda va a ser (lo sabes ya) la persona que más vas a odiar durante muchos años, por lo menos hasta que te hagan la primera inspección de hacienda. El Monitor.
Es de esas personas que podría haber nacido en la Baja California, me explico; tipo californiano, altura 160 cm.
MONITOR- Bueno, vamos a empezar a ponernos cachas, no? Lo primero un ligero calentamiento- sonrisa sardónica- Vamos a empezar con la bicicleta estática. Como eres un chaval joven, vamos a empezar con el programa tres en el nivel dos, así ponemos un poco de esfuerzo.
TU- Bueno tu dirás, yo no tengo ni idea.
MONITOR- “Ocay”, entonces media horita
TU- ¿De que?
MONITOR De calentamiento!
TU- No jodas! Oye Oh, que quiero hacer un poco de deporte, coño, no ganar el Tour de Francia!
MONITOR- Venga hombre, que esto no es nada!!
Y como un cordero al matadero, te diriges a la bicicleta que te ha indicado, mientras te acuerdas de toda la familia cercana del cabrón ese.

Muy bien chavalote, vamos a ver como va esto. Si, aquí se escoge el programa, uno, dos, tres, ya esta. En este otro botón el nivel, uno y dos, bien, estamos preparados.
Virgen Santa! Que coño es esto!!! En la pantallita de la bici aparece un perfil de etapa. Ya lo tengo claro, el año que viene correré el Tour. De momento te ha metido una etapa alpina con final el Alpe D’huez. Aun no hemos empezado y ya me cae por la frente una gota de sudor frío.

START. Los primeros minutos son los peores, por la sensaciones de ridículo que tienes al estar pedaleando como un autentico poseso (al fin y al cabo Indurain es español, y uno se acaba emocionando) y ver que en realidad no te mueves del sitio. Vaya, en televisión parecía más divertido, por lo menos veías árboles y tal. En fin, una etapa es una etapa.
MINUTO 10, comienzas a sudar como hacia años no lo hacías y compruebas como tus manos se empiezan a deslizar por el manillar, lo mismo que tu culo con el sillín. Comprendes por fin porque el gimnasio esta lleno de carteles que agradecen que uses toallas durante el ejercicio.
MINUTO 20. Todo se difumina, aunque no sabes si es por el agotamiento físico o por la cortina de sudor que cubre tus parpados. Lo único que alcanzas a ver es el parpadeo del contador de la bicicleta, anunciándote que se acerca el Angliru, al fin y al cabo estas en Asturias y hay que tirar para la tierrina.
MINUTO 25. En tu mente aparece el cartel de “comienza puerto” e invocando al espíritu de Perico Delgado, te dispones a dar el resto. Tal decisión se mantiene aproximadamente 30 segundos, durante los cuales te estas imaginando ya como te coronan al final de la etapa. Del segundo 30 al 50 desciende el ritmo de pedaladas, hasta llegar prácticamente a cero, y ya solo te queda otros 4 minutos y 10 segundo de total y absoluto sufrimiento, en los cuales desearías parecer más a Rambo, por aquello de “no siento las piernas”

Fin del sufrimiento. De momento. Intentando mantener la compostura y disimular el temblor de rodillas bajas de la bicicleta, aspiras profundamente, y levantas la cabeza, como diciendo “ahí queda eso” y esperas ver a todas las personas observándote con admiración arrebatadora, pero por supuesto, cada uno esta a lo suyo.
Solo el monitor parece ver que existes, justo la única persona que no querías que lo supiera.
Lo que viene a continuación, solo puede ser definido como sadismo. Decenas de ejercicios en maquinas, con tres series de 20 repeticiones y una cantidad de peso que no sabias que existiese. Dan ganas de explicarle que en el último ejercicio de halterofilia que hiciste, el peso era exactamente el de una litrona con vaso y todo. Pero decides no hacerlo, porque lo importante es adquirir un cuerpo de anuncio.

Después de dos horas de tortura, llega el colofón. Es cuando el monitor da por terminado la jornada, aunque eso si, antes de irte a la sauna y la ducha, tienes que hacer 50 abdominales.
Un escalofrió recorre tu cuerpo, mientras recuerdas la clases de gimnasia del instituto, esas en las que, con suerte, conseguías hacer 20 o 25 abobinables, con los llamabas entonces. Te consuelas pensando que como ya te duele todo el cuerpo, apenas lo notaras, pero no, lo notas y mucho. Solo un parto podría ser peor.
Por supuesto no haces los 50, ni siquiera los 25 que solías hacer, e intentando que nadie te vea, huyes como un conejo hacia los vestuarios.

Sentado en los vestuarios, te dedicas a hacer balance de la jornada. Sufrimiento, agotamiento y dolor, mucho dolor. Y lo peor de todo es que no has conocido a ninguna tia.
Entonces, sale esa vena ecologista que hay en ti, al comprobar que tampoco aquí se aplican las reglas del ahorro energético. Solo de esa manera se puede explicar que haya dos saunas, una para tíos y otra para tías. ¿Como pretenden que conozcas a alguien así! Por no hablar de las duchas, claro, porque hay que ver la cantidad de agua que podríamos ahorrar si nos ducháramos en pareja según las preferencias.

Sales del gimnasio con más cabreo que dolor, y lo único que puedes hacer es alzar la mano para llamar a un taxi. El sofá de casa te espera.
....

martes, 21 de agosto de 2007

El Sueño del Constructor

Este relato es una continuación del cuento "El constructor de sueños" que podéis encontrar más abajo. Espero que disfrutéis tanto leyendo como disfrute yo imaginándolo y escribiéndolo.

Como cada mañana, el anciano se despertó poco antes del amanecer. Se preparó una taza de su aromático té y como siempre se sentó en su vieja mecedora, situada en el porche de la pequeña cabaña, a contemplar la salida del sol.
A esa hora el musgo del claro del bosque conservaba aun el rocío de la mañana, y el aroma a hierba fresca inundaba todo el espacio.
El anciano amaba los amaneceres, porque era el momento del día en el que se dedicaba a recordar los sueños de la noche pasada. En realidad era fácil recordarlo, puesto que siempre eran los mismos. Cada noche soñaba con el amor de su juventud, esa muchacha que le robo el corazón desde el mismo instante en que la vio, aquella tarde de primavera, cuando la brisa marina jugaba con su falda y con su melena castaña, y sus ojos, de un castaño claro que se tornaba verde con el sol, iluminaban su rostro moreno, adornado con una sonrisa que llenaba todos los sentidos.
Vivieron su amor con pasión, con desenfreno, disfrutando de cada momento en el que estaban juntos, sin llegar siquiera a imaginar la tragedia que se les vendría encima. La mañana era gris como el acero cuando se llegaron hasta el puerto para embarcar en la frágil embarcación que él tenia para salir a pescar.
-No salgas hoy a faenar. El viento trae amenazas y el mar se enfurece por momentos- le rogó ella.
-Amor, te quiero más que a mis ojos, pero el amor no llena los estómagos. Si hoy no faeno, mañana no tendremos con qué comer. Yo también escucho las amenazas del viento y la mar, pero también sé que la mayoría de las veces, no son más que bravatas. Muchas veces he visto esto ya, y sé que hay que tener respeto a la furia de Poseidón, pero un hombre no puede vivir con miedo.
-Al menos déjame acompañarte hoy para que no esté carcomiéndome el alma hasta tu regreso.
- Sube amor, y disfruta de esta jornada conmigo.
El día fue fructífero en capturas, pero la tempestad fue arreciando hasta convertirse en una galerna, y mientras él recogía los arneses, ella se acodaba en cubierta. La fatídica ola llego sin previo aviso, y cubrió por completo la embarcación. Cuando la borda volvió a asomar por encima de las aguas, ella había desaparecido, devorada por la mar. Él se lanzo a la inmensidad del océano en un vano intento de salvarla, pero la corriente la había arrastrado hasta el fondo sin darle ninguna oportunidad.
Un grito desgarrador surco el cielo por encima del ulular del viento, y el corazón del muchacho se congelo, a la misma temperatura del gélido mar.
Al llegar al puerto, amarro el bote al pantalán, sabiendo que nunca más volvería. Encaminó sus pasos hacia el hogar que ambos compartían, tomo algo de ropa y las dos tazas de terracota donde ambos tomaban té al calor de la chimenea, hizo un atadillo con ello, con una última ojeada a la casa, comenzó a caminar sin rumbo, hasta que muchos días después, se adentro en el bosque...

Ese recuerdo atormentaba aun hoy al anciano, y ocasionalmente teñía su mirada de nostalgia dolor y alguna lagrima esporádica.
Un ruido en el bosque le saco de sus meditabundos pensamientos, dirigió la vista hacia el ruido y la observo. Envuelta en un vestido blanco de gasa, etérea y hermosa, como él recordaba, cuando la vio por primera vez en la linde del bosque. No sabia su nombre, porque ambos habían olvidados los suyos mucho tiempo atrás, sin embargo él, recordando un viejo libro que leyó en su juventud, la llamaba “la dama del alba”
Su melena negra como la pez, enmarcaba el ovalo de su rostro, de una piel marmórea, y sus enormes ojos grises. Sin embargo su belleza no inspiraba calor en el corazón del anciano.
-Hacia mucho tiempo que no te dejabas caer por aquí- le dijo él a modo de saludo.
- Los años han sido benévolos contigo, abuelo.
- No tanto como contigo, estas exactamente igual que cuando te conocí años atrás, cuando me vine a instalar aquí.
- Lo recuerdo, tú antecesor me era muy querido, pero como constructor de sueños, tú eres mucho mejor. Él era demasiado frío, tenía demasiado dolor en su corazón, en cambio tu, pones tu alma en cada sueño que construyes.
- Sentir dolor es necesario para construir los sueños, también yo tengo aun el corazón desgarrado- alego el anciano.
-Se que aun piensas en ella cada día, pero sin embargo tu has sabido ver la felicidad de hacer felices a otros haciendo realidad sus anhelos.
El anciano se incorporó y ambos caminaron juntos por el claro.
- En realidad, lo que me hacia feliz, es que en cada sueño que construido, ella estaba presente, quizás había violetas que eran sus flores favoritas, o la fragancia que desprendía su cabello, tal vez la luz que había el día que la conocí, o simplemente el calor que ella supo crear en nuestro hogar.
- Lo sé, he seguido de cerca todas tus construcciones. Has hecho un gran trabajo.
- ¿Entonces ha llegado el momento?- pregunto él mientras ambos se sentaban en una gran roca plana.
- ¿No crees que te has ganado el descanso?- replicó ella.
-Creo que no descansare nunca mientras siga teniendo esta sombra fría sobre mi- se sincero él- pero lo más importante, ¿ella esta preparada? No podemos permitir estar un tiempo sin constructor.
-Abuelo, hasta el final te preocupas por la gente, y eso es increíble. Pero no te preocupes, aunque no ha construido nunca ningún sueño, esta preparada.
- Entonces- dijo el anciano, mientras se tumbaba en la roca- llámala para que comience con su tarea.
- Esta a punto de llegar- replico ella.

Cuando Laura volvió a encontrar el claro del bosque, la dama del alba estaba sentada a los pies del anciano, que reposaba tendido sobre la roca. Se acerco a ambos y contempló la cara relajada del viejo, surcada de arrugas y sus blancas canas en sienes y barba.
-¿Esta…?- Laura no se atrevió a acabar la pregunta
-No, aun no- Contesto la dama- espera solo que empieces con tu tarea.
- Pues, será mejor empezar, necesita un descanso- dijo Laura apoyando sus manos sobre su pecho.

Podía sentir el calor de la arena en las plantas de sus pies mientras la brisa fresca del mar acariciaba su piel morena. Contempló sus manos callosas y jóvenes, grandes y fuertes del trabajo en el mar, y que ahora sujetaban un pañuelo e seda de color malva.
El aroma a sal y a algas se fue difuminando hasta que una fragancia muy familiar llego hasta él. Alzo la vista y vio a su amor, a su mujer, a su media mitad caminar por la blanca arena hacia él. Ríos de lágrimas silenciosas surcaron sus mejillas, y cuando ella llego a su lado, apenas pudo articular palabra.
- Hola amor mió.
-He esperado toda mi vida esta momento- respondió el con la voz tomada.
- Así será a partir de ahora, mi amor, no volveremos a separarnos. ¿Ese pañuelo es para mí?
-Si, lo he llevado siempre desde que te fuiste. Era tu favorito.
-Es maravilloso que te hayas acordado.
Se miraron a los ojos, y sobraban las palabras. Su amor era infinito y así sería siempre.
-Vamos a darnos un baño- dijo ella y salio corriendo en dirección a la orilla.
Él miró hacia los cielos y de sus labios se escaparon dos palabras:
-Gracias, Laura.
Y corriendo, se fue detrás de su amor.

Tumbado en la fría roca el anciano esbozo una sonrisa en su cara surcada de arrugas, y placidamente, su corazón dejo de latir, y durante unos instantes, el universo se detuvo.
Laura beso su frente y se retiro unos pasos. La dama blanca se acercó, extendió sus brazos y rezo una oración en una lengua desconocida y ya olvidada. Mientras, del suelo surgieron, alrededor de la roca, cientos de plantas trepadoras, que fueron envolviendo por completo con su manto la roca y el cuerpo. Cuando finalmente la dama bajo su brazos, un estallido de flores violetas cubrió todo inundándolo de aroma, y ya nunca se marchitaron.

martes, 7 de agosto de 2007

Nuestro viejo amigo

Silencio. Tan solo se oía, en la lejanía, el bullicio de la ciudad. Ninguno de los sonidos que habían llenado mi vida estos últimos quince días, nada de música alta para despertar, nada de los ronquidos de 30 personas, ningún “buenos días” en distintos idiomas, ningún grito por el agua fría de las duchas, ningún, “people, five minutes to go!”
Solo silencio y orden, ni una sola colchoneta, ni un solo saco de dormir, nada de ropa colgada, ni camisetas esparcidas por el suelo de madera, no había cafeteras funcionando, no había gente desayunando con cara de sueño y resaca, ni los restos de la sangría de la fiesta anterior.
Vacío, silencioso, ordenado. Aquel gimnasio estaba muerto, carente de la vida que durante 15 había llenado las instalaciones, con el gris telón recogido, la inmensidad de aquel espacio era desoladora.
Sentado en mitad de lo que ahora era poco más que una tumba, con el corazón encogido por la angustia, me di cuenta de que, una vez más, un año más, tendría que despedirme de tanta gente. Otra vez sufrir, en silencio, el ver partir a gente maravillosa, otra vez sentir deseos de llorar y otra vez, no poder hacerlo. Nuevas promesas de volver a vernos que otra vez serán falsas, nuevas intenciones de amistad eterna, que durara apenas unos meses.
Allí, en medio de lo que había sido el centro de toda una convivencia de 30 personas, nuestro cuartel general, casi podía oír aun a los chicos jugando al volley, o a Robert dando el taller de masaje. Aun se percibían los ecos de las canciones de eurovisión y estoy casi seguro, de que podría oír a Virginia diciendo “reunión de organizadores”
La Summer University no había acabado aun, pero aquel gimnasio que nos había dado tanto, se cerraría por última vez este año. Nuestro viejo amigo había cumplido su cometido un año más.Lentamente, como queriendo evitar que todo terminase, dirigi mis pasos hacia la salida, apague las luces, y eche una ultima ojeada. Para mi, SUperaction, acababa aquí, donde habia empezado hace dos semanas. Y con el clic-clic de las dos vueltas de llave, comence con las despedidas. La primera, la del querido gimnasio. Las siguientes, serían más duras aun.

miércoles, 4 de julio de 2007

El Constructor de Sueños

Con el permiso de Laura, publico este cuento, que en su día le escribí, para intentar levantarle el ánimo. Gracias Lau. Quizás puedas traducirlo y publicarlo en tu tu bolg. Será interesante ver como queda en asturiano.



...Lentamente llegó la noche. Laura estaba en casa en el campo disfrutando de un poco de paz después de tanto tiempo de nervios, estrés y súbitos cambio de humor, de los cuales sabia que el responsable era los estudios y también en parte su situación familiar.
Decidió salir de casa, necesitaba pasear para sacar de su cabeza eso malos momentos pasados. Se encamino a la puerta y parsimoniosamente se alejo de la casa en dirección al cercano bosque, ese bosque que tantas veces le había ayudado a deshacerse de sus inquietudes. Jirones de nieblas se elevaban del suelo fruto de la formación de vapor en el humus, dando a la arboleda un aspecto ligeramente inquietante, como el tenue velo que separa los sueños de la realidad cuando estamos a punto de dormir.
Al cabo de un buen rato caminando por el interior del bosque se empezó a dar cuenta de que se hallaba en una zona del mismo que no conocía, o que al menos no recordaba y se empezó a inquietar. A lo lejos creyó distinguir una luz, y se dirigió hacia ella. De repente se encontró con un claro que jamás había visto en su vida y que era posiblemente lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.
El musgo y la hierba cubrían todo el suelo y desprendía un agradable aroma herbal que mezclado con el aroma proveniente del bosque, a tierra húmeda y hojas secas producía una extraña y relajante mezcla de aromas.
El rumor del viento en las ramas de los árboles era roto en el claro por el sonido del agua del arroyo que lo cruzaba y que sin duda se uniría corriente abajo con el río principal.
Siguiendo un impulso se descalzo y comenzó a caminar despacio en el claro, sintiendo es contacto fresco de la hierba y el musgo acariciando las plantas de su pies. Dio cinco o seis pasos dentro del claro caminando con los ojos cerrados para poder concentrarse en las sensaciones que todo a su alrededor le producía; se paró, alzo la cara y abrió los ojos y descubrió el impresionante cielo estrellado, como si millones de bombillas se encendiesen tras un telón oscuro. Aquello era sin duda un lugar maravilloso
Un ruido la hizo volver a la realidad y en ese momento se fijo en un detalle que antes le había pasado desapercibido, escondida en una esquina del claro había una pequeña cabaña de piedra y techumbre de paja, dentro de la cual se vislumbraba una figura a contraluz. Se acerco hasta la puerta y antes de que alcanzara a llamar una voz firme hablo
- ¿Quién anda ahí afuera?
- Perdone- respondió Laura- no quería asustarle. Creo que me he perdido en el bosque dando un paseo, hasta que he descubierto este claro. Es muy hermoso
- Es hermoso, si – dijo en hombre saliendo de la casa.

Era un anciano de barba rala y canosa, con unos ojos almendrados y mirada serena, astuta e inteligente. Sin duda tenía una edad muy avanzada pero su voz firme y su mirada hacían dudarlo

- Mi nombre es Laura.
- Encantado Laura ¿quieres pasar y acercarte un rato al fuego?
- No muchas gracias, hace una noche demasiado agradable aquí afuera.
- Cierto- respondió el anciano- pero, al menos ¿aceptas una taza de te? Es de una variedad muy especial que crece al otro lado de la casa.
- Si gracias, me encanta el té.

El anciano se acerco al fuego, tomó la tetera y sirvió dos humeantes trazas de té en cuencos de terracota. Acerco uno a Laura y le comentó
- Huele su aroma. A mi personalmente, me relaja mucho.
Un aroma dulzón alcanzó a Laura produciéndole una calida sensación de paz, que aumentó cuando le dio el primer sorbo a la infusión.
- Es una variedad excelente de te. Le felicito
- No es a mi a quien debes felicitar- dijo sentándose en un tronco de árbol caído-Yo solamente lo recolecto. Por favor, siéntate
- ¿Hace mucho tiempo que lleva viviendo aquí?, perdone pero no se como llamarle
- Hace mucho tiempo que olvide mi nombre, en realidad toda la vida. Vivo aquí desde hace más tiempo de lo que parece pero menos de los que puedas pensar. Si tan importante te parece darme un nombre, llámame abuelo.
- ¿Y porque dice que olvido su nombre?
- Me canse de él, me canse de mis amigos, de mi familia, realmente me canse del mundo. Llego un momento que no pude soportar mas noticias horribles, tanta violencia, tanta degradación de la sociedad me estaban consumiendo.
- Si, entiendo perfectamente lo que quiere decir, a mí a veces también pienso que el mundo me acabara consumiendo.
- Por eso yo decidí evadirme. Me adentré en un bosque, como tu esta noche y también encontré una cabaña. En ella había un viejo, como yo ahora con el que empecé a hablar. Cuando me di cuenta, habían pasado varios años y si querer había aprendido el oficio del anciano. Cuando este murió, yo ocupe su lugar
- ¿Oficio? ¿a que oficio se refieres?
- Vaya, pensé que a estas alturas ya lo habrías adivinado. ¿Todo esto no te resulta familiar?
- La verdad es que si. Es la primera vez en mi vida que estoy aquí, pero es como si lo hubiese conocido toda mi vida.
- Es que en realidad, lo has conocido toda la vida. Aquí es donde tu imaginación venia cuando necesitaba evadirse.
- ¿Como dice?-se levanto asustada- ¿quién es usted y que es esto?
- No te asustes Laura. Solo soy una persona que hace posibles algunos sueños. Muy de vez en cuando, aparece una buena persona que sufre por como esta organizado el mundo y busca evasión en la imaginación. Yo soy el encargado de dar un soporte físico a este sueño. En realidad cada detalle de este paraje, están escritos en tu mente.
- De alguna extraña manera, sé que tiene razón.
- Si sabes eso, ¿sabes también lo que tienes que hacer verdad?
- Creo que si. Tengo que sustituirte, ¿cierto?
- Si pero tranquila, eres aun muy joven y a mi me quedan aun algunos años como constructor de sueños. De vez en cuando, cuando la vida te agobie puedes venir a verme y empezare a contarte como dominar la naturaleza y como infíltrate en los sueños para descubrir quien merece que se le construya un sueño y quien no.
- De acuerdo, te lo prometo.
- No hacen falta promesa, al fin y al cabo, es tu destino.

Laura sonrió, porque comprendía que era cierto, y que toda la vida lo había sabido. Beso al anciano en la mejilla, tomó sus sandalias y se encaminó de nuevo al bosque. Una vez allí se calzo y comenzó a adentrarse en la arbolada.
Antes de perder de vista el claro le entro pánico al pensar que quizás nunca podría volver a encontrarlo. Se paro, respiro hondo, y escucho el latir acelerado de su corazón. En ese momento le llego de nuevo la voz clara del anciano.
-No te preocupes niña, siempre que necesites venir aquí, tus pasos se encaminaran sin vacilación hacia el claro.
Eso la tranquilizó, volvió a respirar profundamente, alzo la barbilla y segura de si misma miro hacia al frente. El mundo tampoco estaba tan mal en ese momento, y si en algún momento no lo soportaba, podría venir aquí. Con paso firme se encamino de nuevo a su casa, dejando al constructor de sueños en el bosque esperándola....

lunes, 2 de julio de 2007

Polvo de Estrellas

Dicen que los piscis tenemos algo que definen como mundo interior. Creo que en mi caso, se podría describir, mas bien como galaxia interior. A veces pienso que vivo a caballo entre realidad y fantasía, que no distingo donde acaban mis sueños y comienzan mis pesadillas, que vivo más con mi corazón que con mi cabeza.
Buceando en las redes encontré la siguiente descripción de Piscis: “Las personas en cuyos horóscopos predomina el elemento agua saben entregarse, confían en su intuición y siempre están dispuestas a ayudar. Les fascina explorar los rincones escondidos de su propia psique y la de otros. A veces se pierden tanto en su mundo que pueden volverse caprichosos, padecer de ansiedades y sufrir depresiones.”
Y esto es solo el principio de una larga definición, que encontré en
http://www.sitiohispano.com/signos/caracteristicas/piscis.htm y que me ha sorprendido realmente. Jamás he creído en la influencia de los astros más allá de lo científicamente explicable, pero, maldita sea, cualquiera que me conozca y lea esa pagina, coincidirá conmigo en que el 95% de lo escrito, me describe a la perfección.
Me niego a creer que nuestras vidas estén escritas de antemano, que las estrellas dicten nuestros destinos, que los planetas, llamados así por los griegos por su carácter errático, determinen nuestra suerte, nuestra fortuna o nuestros amores.
El científico que hay en mi cree que somos física y química, muy compleja, y a la vez muy sencilla. Sin embargo, el soñador que hay en mi, el piscis que soy, quiere creer que la amistad, la lealtad, la pasión, el amor, los sentimientos en suma, no se pueden explicar al 100% científicamente, y que en resumidas cuentas, somos algo más que polvo de estrellas.
Mi cerebro no puede llegar a entender como el universo puede afectar a nuestra forma de ser, y sin embargo, es cierto, como dice la descripción que me encanta indagar en mi psique y en la de la gente que me rodea. Hace años, una compañera de facultad me dijo que yo le recordaba a Momo, el personaje de la novela homónima de Ende, cuya característica principal era saber escuchar. Y es verdad, me gusta escuchar. Escuchar lo que la gente tiene que decir, porque todos tenemos una historia. Trágica en ocasiones, cómica en muchos casos, pero siempre interesante, porque siempre, de toda historia, se puede aprender algo. Quedarte con lo esencial, la síntesis, y luego extrapolarla, llevarla a tu mundo interior es lo que realmente te hace crecer en sabiduría. El diablo sabe más por viejo, porque ha oído más historias que nadie.
No sé si escucho por ser piscis o simplemente porque muchas veces no tengo nada que decir – si lo que vas a decir no es más bello que un silencio, cállate- pero tengo la esperanza de que a fuerza de escuchar, algún día seré un anciano un poco sabio.

sábado, 30 de junio de 2007

Regreso al Cabo Blanco

Hace tiempo le escribí a mi amiga Laura un cuento, que quizás algún día me atreva a publicar aquí, si ella me lo permite. El relato trataba de un viejo que se dedicaba a construir lugares de paz, sitios a donde se puedan evadir las mente de las personas.
Todos tenemos un sitio así, o al menos, todo el mundo deberíamos tener como mínimo un sitio así, o incluso varios, porque es la única manera de superar algunas situaciones, sobre todo en casos de estrés, bien sea por el trabajo o bien por situaciones personales.
Yo tengo varios sitios a los que mi cabeza viaja en los malos momentos, cuando parece que la vida se te escapa por los costados, que es un tranvía a punto de arrollarte, que no tienes sitio en este loco mundo, o simplemente que la vida te parece demasiado injusta, demasiado dura. Uno de ellos es quizás el más especial, porque no solo puedo evadirme mentalmente, sino que puedo ir físicamente. Cuando cierro los ojos y dejo volar mi mente, puedo sentir el viento que viene de la mar y que golpea mi cara mientras estoy sentado en cuclillas en el Cabo Blanco, apenas a un par de kilómetros de mi casa en Valdepares, esa casa que ahora ha pasado a otras manos. Puedo sentir las minúsculas gotas de agua que refrescan mi piel, y que se levantan de las olas que baten contra las rocas, decenas de metros abajo. Huelo la hierba empapada por la mar y el rocío de la noche, mientras recuerdo que aquel fue el lugar elegido por mi padre para su descanso eterno, y donde vertimos sus cenizas años atrás. Hay que reconocer que eligió un hermoso lugar. Quizás es por eso que es especial ese lugar, tal vez, pueda, en cierta medida sentir ahí su cercanía, apoyarme en su consejo.
Sea como fuere, me gusta dejar perder la mirada sobre el horizonte de ese gris océano, poderoso y temible la mayoría de las veces y vaciar mi mente de malos pensamientos, sentir que el aire vuelve a llenar mis pulmones.
Salgo del Cabo, renovado, confiado, fuerte de nuevo a la hora de enfrentarme al mundo. Esos momentos de soledad, física o mental, me son absolutamente necesarios. No creáis que soy una persona huraña, al contrario, adoro la compañía de amigos, familia, pareja, compartir con ellos penas y alegrías, pero también necesito la soledad y el silencio, una comunión conmigo mismo que me ayuda día a día a seguir adelante.

miércoles, 27 de junio de 2007

Fiate del Abuelo


Por fin me había decidido a dejar AEGEE, sobrepasado por la falta de entusiasmo, vencido y dolorido, cual Quijote luchando contra molinos de viento, después de cuatro largos años, batallando por levantar algo que sabía ya muerto.
Fue entonces cuando me llego la invitación de Luis, a un celebración por los 10 años de AEGEE Valencia, por aquel entonces una de las más potentes antennae de la zona. Acepte gustoso tal ofrecimiento y disfrute de ese fin de semana como un enano. Recuerdo que conocí a gente nueva como María, bueno, en realidad a dos Marías, Siridia, y varios más. Volví a encontrarme con un antiguo compañero de chistes, David, que ahora pretendía tomar el relevo de Grasas al frente de la Netcom, y me invitaron a una reunión, al fin y al cabo era el único representante de Oviedo, en la que planteaban organizar un evento, cuando menos, digno de locura. Una Universidad de Verano de 3 semanas recorriendo España.
No se bien cómo, no se bien cuando, y no se bien porque, pero la final de la reunión me vi implicado de lleno en esta locura, y con una nueva personalidad, debido a una frase que dije a lo largo de ella… “Fíate del Abuelo”
En realidad, si que era el abuelo de la reunión porque era, y soy bastante más mayor que la gente que estaba ahí metida, y más incluso ahora. El caso es que me empezaron a llamar Abuelo, y lejos de ofenderme, me pareció un cariñoso apodo. Desde entonces tengo el honor de ser el Abuelo de muchos socios de AEGEE, de muchos participantes de las SU.
En aquella locura de proyecto, además de conocer a muchos participantes, conocí a mi Alter Ego, Lalo, compañero de cervezas y que ambos, junto a Jordi, formamos el grupo “Los 3 tenores del Ronquido” y que cosechamos una gran éxito con cada representación en aquel evento. Prácticamente, no dejamos dormir a nadie en 21 días… un record aun imbatido. Desde entonces una gran amistad nos une, aunque nos veamos de pascuas a ramos. El otro día me dedico un post en su Blog, del cual tome un párrafo prestado para colgar en el mío, y que le agradezco sinceramente.
Ni que decir tiene que no deje AEGEE, y que cada año un nuevo e ilusionante proyecto me impide decir un adiós definitivo, una Summer University, un Regional Meeting, La Netcom o una European School. Siempre hay algo. Por eso, porque siempre hay una nueva ilusión, creo que habrá Abuelo para rato.

domingo, 24 de junio de 2007

Sorbos de Libertad

Perdido en el corazón de la gran ciudad, fascinado por los miles de luminosos que rodean sus arterias principales, conduciendo por la Castellana mientras la agradable brisa de la noche madrileña se ensortija en mis rizos, y una rubia me adelanta a lomos de un Ferrari 360 Modena, me doy cuenta de lo feliz que me siento por salir de mi vieja Vetusta. Me encanta vivir en Oviedo, pasear por sus calles, hablar con sus gentes, contemplar el verde de los campos asturianos. Pero, cada vez más a menudo, me siento prisionero, oprimido, con la necesidad de extender las alas y volar, cada vez más lejos, cada vez a un sitio distinto. Sentirme anónimo, una sombra en la ciudad que nadie contempla, que nadie juzga.
Estos ojos que han visto amanecer en Polonia, este corazón que se enamoró de las costas Sardas, este cuerpo que se movió al son de mil canciones en Rumania, no puede contentarse con tener una vida limitada a unos cuantos kilómetros cuadrados, por muy bellos que estos sean.
Quizás la mejor decisión que tomé en mi vida fue irme de erasmus a Italia. Debo reconocer que, más un sueño realizado, fue una vulgar, cobarde huida, de un corazón desgarrado, de una situación familiar insostenible. Aquella mañana de septiembre, deje atrás la inocencia de la juventud, junto a las lágrimas que mi padre derramó a los pies del autobús que me llevaba al aeropuerto. Como si de un parto se tratase, nueve meses después, un maduro, fuerte y decidido César aterrizaba en el aeropuerto de barajas, con las ideas claras, el corazón recompuesto y el alma fortalecida. Desde entonces mi vida no es la misma que antes de irme. Antes apenas había mundo más allá del puerto de pajares, que, desgraciadamente, es el punto de vista de no pocos asturianos, pero a partir de aquel día, el mundo es inmensamente grande, excitante, maravilloso.
Quizás no pueda llegar a ver tantos y tantos lugares que deseo visitar, quizás no pueda llegar nunca a conocer a tanta gente como quisiera, tener amigos en cada país. A lo mejor, es más excitante el viaje en si que el llegar a conocer algo, posiblemente sean más importantes los compañeros de viaje, que la fin y al cabo son con quien vas a compartir cada aventura, cada pequeña anécdota, cada contratiempo que surja. Cada cerveza que nos tomemos tendrá el sabor de la libertad, de la búsqueda de nuevos horizontes, de un nuevo, distinto y fascinante amanecer.
Mi próxima cerveza de libertad, será en Reading, con antiguos compañeros de viaje, con amigos eternos, que hace miles de años que no veo.
Para la siguiente aventura, no tengo destino previsto, no tengo compañía. Se aceptan sugerencias. El límite está en el infinito

lunes, 18 de junio de 2007

Cuestión de Imagen

Hoy me han reñido. En realidad ha sido más una regañina, un pequeño tirón de orejas más en broma que en serio por la imagen que he dado en uno de mis anteriores posts de mi amigo Guillo, por decir que estábamos borrachos. Y es que debo decir que Guillo ha estado en varias de las mejores juergas que recuerdo haber tenido, y seguramente, también en muchas de las que no recuerdo. La Universidad fue, sin duda una etapa dura y maravillosa que tuve el privilegio de compartir, entre otros muchos, con él.
Sin embargo esas noches de vino y rosas no son comparables a las cientos de tardes jugando al mus, los cafés de los domingos y las largas conversaciones. O la imagen de él y Emi cuando aun eran novios bailando merengue, o meses más tarde, siendo ya marido y mujer, bailando un vals, y viendo la felicidad en la cara de ambos. Aquel paseo por la playa de Sitges estando ellos de vacaciones y esperando un retoño, y que ahora es el mayor de sus dos hijos, uno de esos niños que te hacen considerar en serio que la reproducción, quizás si que merece la pena.
Guillo es, sin duda alguna, una de esas personas que te caen bien a simple vista, su jovialidad y simpatía, su infinito y fino humor dan cobertura a una persona sincera afable y sobre todo, por encima de todo, amigo de sus amigos.
Ha estado presente prácticamente en todos los buenos momentos de mi vida, pero sobre todo ha estado presente en todos y cada uno de los malos momentos, ayudándome, apoyándome, aconsejándome o simplemente haciendo acto de presencia, que la mayoría de las veces es la mejor ayuda que te pueden prestar. Son para él gestos naturales, nadie le tiene que pedir ayuda, simplemente cuando te das cuenta, Guillo esta a tu lado, como cuando sufrí el accidente con la fondue, que se presento a altas horas de la madrugada en urgencias.
Por eso, Guillín, no consideres que he dado de ti una mala imagen. Si una imagen vale más de mil palabras, un sentimiento vale más de mil imágenes. Y en cuestion de sentimientos, tienes los mejores de todos los que tenemos el privilegio de considerarnos tus amigos.

domingo, 17 de junio de 2007

Thanks for reading

Caesar Antonius, ego baptizo te in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti… Con estas palabras, o quizás con otras en castellano ya, mis padres me iniciaron en la religión cristiana y católica. Como tal fui educado y debo decir que no es una religión que me disguste, aunque no soy practicante. Como todas, ha cometido errores y lo que es peor, horrores también. Pero no me voy a meter a juzgar la religión católica, al menos en este post.
Simplemente me asaltan últimamente las dudas, porque me parece que estoy empezando a creer más en las religiones budistas, que evitan matar cualquier clase de animal porque creen en la reencarnación de las almas, tanto en animales como en otras personas.
Pues yo también empiezo a creer en vidas pasadas, por muchos motivos, pero en especial por el cariño que están expresando hacia mí conocidos, familia o al menos gente que considero como mi familia, colegas, amigos que más que amigos son hermanos, y amigos que más que hermanos son mi otro yo.
Cuando hace unos días empecé a escribir este blog, surgió por una necesidad de sacar de dentro de mi una serie de sentimientos que necesitaba poder expresar en palabras, burdas palabras. De igual manera que mucha gente realiza listas de pros y contras sobre las decisiones a tomar, yo hago terapia ordenando sentimientos, ideas, pasiones y frustraciones a través de textos.
Jamás escribí, ni escribiré en un futuro con el ánimo de que la gente me lea, pero la cantidad de comentarios positivos, dejados en el blog por vosotros, o expresados de palabra, me ha sobrepasado. Nunca esperé ese nivel de aceptación, hasta el punto de que gente que me conoce tan bien, como Guillo, que como he dicho, es como mi otro yo, me ha llegado a decir que gracias a este blog, ha comenzado a conocerme de otro modo. Y este es solo el último de los cientos de gratificantes comentarios y eso me hace pensar en lo dichoso, en lo afortunado que soy de tener tanta gente a mi alrededor que me quiere y me aprecia. Por eso entiendo que he debido hacer algo bueno en alguna de mis vidas pasadas, que me ha acarreado tener tanta suerte en esta vida con amigos como vosotros.
Y es una suerte que gracias a este planteamiento me haya podido, o me haya querido demostrar a mi mismo la existencia de la transmigración de las almas, porque de verdad, me van a hacer falta muchas vidas para agradecer lo que estoy recibiendo.
Mi amigo Lalo, otro de mis yos, pero más lejano por distancia, acaba siempre sus post con un “Thanks for reading” Yo debería acabar todos los míos, parafraseando a Loquillo “He tenido suerte de llegaros a conocer”
Gracias a todos y a todas. Por vosotros, la vida merece ser vivida, merece ser contada.

miércoles, 6 de junio de 2007

Imagine...

En una de sus más celebres citas, Groucho Marx, genial fuente de frases antológicas, afirmaba que “La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien la enciende, yo me voy a la biblioteca y me leo un buen libro.” Es una lástima que hoy por hoy nadie, o casi nadie, siga su ejemplo, puesto que la televisión actual dista mucho de ser una fuente de cultura, o incluso de información, si entendemos por información, claro, todo lo que no se refiere prensa del corazón.
Hace cuatrocientos años, Cervantes escribía El Quijote como crítica a los libros de caballería que incendiaban las imaginaciones de las gentes de la época. Hoy, esa imaginación esta absolutamente cortada, capada por cientos de programas de televisión y radio, estúpidas películas con niveles argumentativos paupérrimos y martirizantes concatenaciones de notas musicales que algunos tienen la osadía de llamar música.
“La imaginación al poder”, proclamaba Sartre durante las huelgas de mayo del 68, y Lennon con la imaginación creo un mundo sin naciones ni religiones, sin odios ni asesinatos, un mundo, en definitiva, en paz
Es la imaginación la que nos permite disfrutar por adelantado de las suaves caricias en la espalda de tu amante, o de la sensación de humedad de unos labios besando un cuello, de diseñar una noche romántica, sin temor a que algo salga mal.
La imaginación, que nos permite sortear lo avatares que nos surgen en el camino, con ingenio, la imaginación, que crea fantasías eróticas, novelas policíacas, historias de ciencia-ficción y cuentos para niños y mayores.
La imaginación, que parece tan atrofiada actualmente, es la que ha permitido al hombre dar un salto evolutivo desde el simio.
La imaginación es un bien tan escaso como el oro, y desde luego, mucho, muchísimo más valiosa que éste. Por eso es necesario preservarla, entrenarla, cultivarla. Y desde luego, es la literatura, la poesía, el arte, la musica la que nos hace volar la imaginación, la que nos hace soñar con un mundo mejor, libre de guerras, de efecto invernadero, de bombas nucleares, libre de hambre, de pobreza, de injusticia, de xenofobia, de odio.
Quizas cuando tengamos todo eso podremos vivir sin imaginación, pero hasta entonces, apaguemos la tele y leamos un libro, porque, como decia Groucho Marx, “fuera del perro, el libro es posiblemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro, posiblemente esta demasiado oscuro para leer…”

domingo, 3 de junio de 2007

Recuerdos de la Isla de los Vientos

La fresca brisa del anochecer me acariciaba mientras, acodado en la cubierta de popa del “Karalis” , veía alejarse en el horizonte las costas de mi amada Cerdeña. No lo recuerdo con certeza, pero es casi seguro que no pude reprimir las lágrimas al tener la certeza de que pasaría mucho tiempo antes de que volviera a sentir la fragancia del romero, sentir la calidez de su sol y la agradable sensación de caminar por la arena de la playa de Poetto.
Y lo peor, maldita sea, era dejar tras de mi, a mis seres queridos, Elena, mi Elenedda, amiga y confesora de tantos y tanto momentos; Carletto y Ginny, maravillosa pareja, Los Erasmus del primer año que estuve allí, y los del segundo, cuando fui a trabajar, los cientos de amigos italianos que conocí en los dos años que viví en Cagliari, los compañeros de piso, con los que no siempre fue fácil la relación, …
Y como olvidarme de Monica, diosa esculpida de mar y sol, sonrisa permanente y mirada calida, como el calido sol Sardo, mujer que me enseño a vivir, y a quien enseñe a amar, amor prohibido y furtivo, y como la noche se San Lorenzo que viví con ella, amor fugaz.
Alex, compañero mío del primer año y visitante ocasional el segundo, entendía perfectamente mi situación, puesto que también él vivió la experiencia Erasmus, también él se enamoró en la vieja ciudad, y también él sufrió la dura experiencia de volver, como el tango de Gardel, con la frente marchita, y descubrir, que después de la experiencia de vivir fuera un año, las diferencias con tus antiguos amigos son muchísimas mas que las coincidencias, que has dejado de ser español para ser, italiano, francés, ingles, americano, austriaco, polaco… porque te llevas en el alma un poquito de cada una de las personas que has encontrado en tu camino, y esperas que ellas lleven en su alma un poquito de ti.
Y es cuando descubres verdaderamente el sentido de un programa como es el Erasmus, que no es una excusa para estudiar en el extranjero, vivir unos meses fuera de la esclavitud de la casa de tus padres, y correrte unas juergas inolvidables. El verdadero sentido es crear un sentimiento, una conciencia global, darte cuenta de que aunque somos muy distintos en muchas cosas, en lo básico somos muy parecidos todos los europeos, madurar como personas, crecer como individuos y vivir miles y miles de pequeñas y grandes experiencias, tan difíciles de describir, como imposibles de olvidar.
En la Isla de los Vientos nací como persona, goce y sufrí las penurias de ser erasmus y no tener un euro, llore al despedir amigos que sabría que jamás en mi vida volvería a ver y con los que había compartido mesa y mantel, cervezas, porros, partidos de fútbol y tardes en la playa comiendo helados y enamorando italianas, en la isla del sol, fui extraño entre italianos, “il ciclone” entre mis compañeras de trabajo, y sobre todo fui feliz. Feliz con mi vida, feliz con mis estudios, feliz con mis amigos feliz con Monica… y algo menos feliz sin ella.
Si pudiese explicar a cada estudiante de hoy la dolorosa, la desoladora experiencia de volver a casa tras una erasmus, si pudiese transmitir todo lo que se siente al vivir eso, si tan solo pudiese explicar como no cambiaria ni uno solo de los momentos vividos allí, creo que nadie dudaría en vivir mis mismas vivencias.
Hoy hace mil años que las costas de Cerdeña se alejaron en mis ojos, pero llevo aun el aroma de sal, la calidez de su sol en la sangre, y la de sus gentes en el alma, y el eterno deseo de volver. Porque cuando vuelva, sé que me sentiré en mi casa.
A mis amigos de la Isla de los vientos... Grazie Ragazzi!

jueves, 31 de mayo de 2007

Algo se muere en el alma

Recuerdo despertarme en mi cama, en el desván de mi casa de veraneo. En la boca tengo un sabor acre, seguramente resultado de las copas que tome anoche, mientras curraba en el pub. Recuerdo a mi compañero de trabajo, bueno, en realidad es quizás mi mejor amigo, o por lo menos el más antiguo, Guillermo, poniéndome una copa tras otra, hasta casi agotar la botella de ron. Él tampoco le iba a la zaga y la botella de beefeater no tardaba mucho en acompañar a su compañera, la botella de cacique en el cubo de la basura. Después de trabajar ibamos hasta “el Merbellé” donde sonaba “el ritmo de la noche” y Paco nos invitaba a unos chupitos que nos servía Elena.
Después de desayunar, pasaré la resaca tomando el sol en la playa, mientras me como la cabeza, pensando en la pasta que me tendré que gastar en arreglar el coche.
Recuerdo también tantos veraneos anteriores a ese, cuando la vida era fácil, y me pasaba el verano nadando, pescando y paseando en bicicleta, cuando empezaba a mirar a las chicas como algo más que un estorbo en los partidos de fútbol, y soñaba con que aquella niña tan mona de la que todos estábamos enamorados, me diera mi primer beso. He olvidado el nombre de esa chica, como el de tantos otros que he dejado atrás en mi vida.
Pero quizás mis mejores recuerdos eran cuando estaba enamorado de un ángel, y nos escapábamos los fines de semana y las fiestas de semana santa, con la comida, y la leña para la chimenea, que nos iluminaba y daba calor en las frías noches invernales. Recuerdo llevarnos el ordenador, antes de que existiesen los portátiles, y aprovechar esas escapadas de enamorados dedicarnos a nuestro otro amor, AEGEE, poniendo en orden facturas, memorias, subvenciones y demás papeleos. Recuerdo despertarme al amanecer, con la fragancia de su pelo inundando todos mis sentidos, y después de darle un beso, aun dormida, bajar a preparar el desayuno.
Recuerdo aquella cocina, descuidada por el escaso uso, las escaleras de madera, la colección de platos de mi madre, el olor a humedad los primeros días de verano, las comidas en la terraza con mi abuela y mis tíos, mientras mis primos y yo pateábamos con entusiasmo un viejo balón y soñábamos con jugar en el Madrid. Recuerdo las peleas con mi padre porque sacásemos el viejo peugeot 203 al prao empujándolo. “Su Ilustrísima” le llamaba con sorna mi padre, recordando que había pertenecido al Obispo de Oviedo.
Esa casa, que ha visto mi niñez y juventud, en la que mi hermana comenzó a caminar, donde mis hermanos antes que yo, fueron felices con el “Nau”, el perro naufrago que rescató mi padre en el puntal y con “Jamido” el burro enano que mi abuelo nos envió desde Africa cuando era gobernador de Sidi-IFNI, esa casa, ha dejado de ser nuestra esta mañana.
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va, y esa casa es como un amigo para todos nosotros, pero para todo existe un final. Espero que esa casa haga a sus nuevos dueños tan felices como hemos sido nosotros ahí durante más de cuarenta años. Nosotros no podremos volver nunca más alli, pero cada vez que sienta nostalgia de la casa de Valdepares, cerraré los ojos, y buscare en ese rincón del mi mente, donde residen los recuerdos

sábado, 26 de mayo de 2007

Cuestión de principios

Hace unas semanas en vi en la obligación de enfrentarme a un dilema moral, pero para entender la situación, se necesita ciertos antecedentes.
Hoy por hoy, soy un estudiante de cocina cursando segundo curso del grado medio. Mi primer año fue magnifico, llegando a ser el mejor expediente y llegaron a recordarme los propios profesores que existían premios a los mejores expedientes.
Sin embargo este segundo curso no ha sido tan brillante como el anterior, quizás por combinarlo con el trabajo, quizás porque la edad tampoco perdona para esto o quizás porque se habían puesto demasiadas expectativas en mi, empezando por mis profesores, y acabando por mi mismo. Especialmente inquietante fue mi odio a primera vista con la repostería, verdadera tortura psicológica y física tres veces por semana. Cada uno tenemos una idea de lo que es el infierno, y durante muchos meses, el infierno fue para mi trabajar como repostero por toda la eternidad. Consecuencia directa de esta aversión fue, por supuesto suspender repostería. Y debo decir que no fue un suspenso por los pelos o injusto. No, fue un suspenso de proporciones bíblicas, con un examen practico catastrófico que hizo valer la máxima de la ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá mal, y toda situación es susceptible de empeorar”
No me dolió tanto el suspenso como decepcionar a una persona que me merece gran respeto tanto por su rectitud como por el empeño que emplea cada día en preparar las clases.
Sin embargo, y hete aquí el dilema moral, se me ofreció la posibilidad de obtener el título, a traves de una , cuando menos, oscura maniobra, consecuencia de la cual se pasaria por encima de la opinión del profesor, se negaría lo evidente y se tiraría por tierra una filosofía de trabajo, en el que solamente aprobarían los que se lo merecieran.
El caramelo, no lo vamos a negar, era muy goloso. Este hecho me hizo recordar algo que leí en una novela hace tiempo: un herrero de pueblo se esmeraba en la confección de una pieza, cuando uno niño, le pregunto porqué se esmeraba tanto en la elaboración de una pieza que se colocaba debajo de un carro y que nadie vería nunca. El herrero le explico que si bien nadie, efectivamente vería nunca esa pieza, él sabría, cada
vez que viera ese carro, que no había hecho bien su trabajo, y ese carro, lo pasaría cada día por delante de su herrería. De esa misma manera, cada vez que me plantara ante unos fogones, yo sabría que, en realidad, me habían regalado el título.
Así que decidí declinar la oferta, buscar una solución alternativa cara a cara con mi profesor de pastelería, tomar clases de recuperación y hacer un examen final en junio.
Como consecuencia de esto… estoy aprendiendo a amar la repostería, me levanto cada día con ganas de ir a clase y aprender más y mas. Y sobre todo, he sido fiel a mis principios, y la conciencia, esa amiga que nos acompañará toda la vida, la tengo tranquila