miércoles, 6 de junio de 2007

Imagine...

En una de sus más celebres citas, Groucho Marx, genial fuente de frases antológicas, afirmaba que “La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien la enciende, yo me voy a la biblioteca y me leo un buen libro.” Es una lástima que hoy por hoy nadie, o casi nadie, siga su ejemplo, puesto que la televisión actual dista mucho de ser una fuente de cultura, o incluso de información, si entendemos por información, claro, todo lo que no se refiere prensa del corazón.
Hace cuatrocientos años, Cervantes escribía El Quijote como crítica a los libros de caballería que incendiaban las imaginaciones de las gentes de la época. Hoy, esa imaginación esta absolutamente cortada, capada por cientos de programas de televisión y radio, estúpidas películas con niveles argumentativos paupérrimos y martirizantes concatenaciones de notas musicales que algunos tienen la osadía de llamar música.
“La imaginación al poder”, proclamaba Sartre durante las huelgas de mayo del 68, y Lennon con la imaginación creo un mundo sin naciones ni religiones, sin odios ni asesinatos, un mundo, en definitiva, en paz
Es la imaginación la que nos permite disfrutar por adelantado de las suaves caricias en la espalda de tu amante, o de la sensación de humedad de unos labios besando un cuello, de diseñar una noche romántica, sin temor a que algo salga mal.
La imaginación, que nos permite sortear lo avatares que nos surgen en el camino, con ingenio, la imaginación, que crea fantasías eróticas, novelas policíacas, historias de ciencia-ficción y cuentos para niños y mayores.
La imaginación, que parece tan atrofiada actualmente, es la que ha permitido al hombre dar un salto evolutivo desde el simio.
La imaginación es un bien tan escaso como el oro, y desde luego, mucho, muchísimo más valiosa que éste. Por eso es necesario preservarla, entrenarla, cultivarla. Y desde luego, es la literatura, la poesía, el arte, la musica la que nos hace volar la imaginación, la que nos hace soñar con un mundo mejor, libre de guerras, de efecto invernadero, de bombas nucleares, libre de hambre, de pobreza, de injusticia, de xenofobia, de odio.
Quizas cuando tengamos todo eso podremos vivir sin imaginación, pero hasta entonces, apaguemos la tele y leamos un libro, porque, como decia Groucho Marx, “fuera del perro, el libro es posiblemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro, posiblemente esta demasiado oscuro para leer…”