lunes, 2 de julio de 2007

Polvo de Estrellas

Dicen que los piscis tenemos algo que definen como mundo interior. Creo que en mi caso, se podría describir, mas bien como galaxia interior. A veces pienso que vivo a caballo entre realidad y fantasía, que no distingo donde acaban mis sueños y comienzan mis pesadillas, que vivo más con mi corazón que con mi cabeza.
Buceando en las redes encontré la siguiente descripción de Piscis: “Las personas en cuyos horóscopos predomina el elemento agua saben entregarse, confían en su intuición y siempre están dispuestas a ayudar. Les fascina explorar los rincones escondidos de su propia psique y la de otros. A veces se pierden tanto en su mundo que pueden volverse caprichosos, padecer de ansiedades y sufrir depresiones.”
Y esto es solo el principio de una larga definición, que encontré en
http://www.sitiohispano.com/signos/caracteristicas/piscis.htm y que me ha sorprendido realmente. Jamás he creído en la influencia de los astros más allá de lo científicamente explicable, pero, maldita sea, cualquiera que me conozca y lea esa pagina, coincidirá conmigo en que el 95% de lo escrito, me describe a la perfección.
Me niego a creer que nuestras vidas estén escritas de antemano, que las estrellas dicten nuestros destinos, que los planetas, llamados así por los griegos por su carácter errático, determinen nuestra suerte, nuestra fortuna o nuestros amores.
El científico que hay en mi cree que somos física y química, muy compleja, y a la vez muy sencilla. Sin embargo, el soñador que hay en mi, el piscis que soy, quiere creer que la amistad, la lealtad, la pasión, el amor, los sentimientos en suma, no se pueden explicar al 100% científicamente, y que en resumidas cuentas, somos algo más que polvo de estrellas.
Mi cerebro no puede llegar a entender como el universo puede afectar a nuestra forma de ser, y sin embargo, es cierto, como dice la descripción que me encanta indagar en mi psique y en la de la gente que me rodea. Hace años, una compañera de facultad me dijo que yo le recordaba a Momo, el personaje de la novela homónima de Ende, cuya característica principal era saber escuchar. Y es verdad, me gusta escuchar. Escuchar lo que la gente tiene que decir, porque todos tenemos una historia. Trágica en ocasiones, cómica en muchos casos, pero siempre interesante, porque siempre, de toda historia, se puede aprender algo. Quedarte con lo esencial, la síntesis, y luego extrapolarla, llevarla a tu mundo interior es lo que realmente te hace crecer en sabiduría. El diablo sabe más por viejo, porque ha oído más historias que nadie.
No sé si escucho por ser piscis o simplemente porque muchas veces no tengo nada que decir – si lo que vas a decir no es más bello que un silencio, cállate- pero tengo la esperanza de que a fuerza de escuchar, algún día seré un anciano un poco sabio.